lunes, 6 de julio de 2009

Investigar & Educar ¿tareas compartidas?

La práctica docente se ha transformado en los últimos años en una línea de investigación que puede explicar qué sucede en el aula, qué significado tienen las acciones y procesos que se dan en ese espacio. Es decir, la realización de una investigación-acción en la escuela tiene sus beneficios ya que al investigar, el docente podría saber por ejemplo, si la metodología que está utilizando es la indicada y sino podría reemplazarla. Pero enseñar y educar a la vez ¿es posible?...
En la actualidad la investigación y la enseñanza van por caminos muy separados. El investigador es un sujeto externo al aula y el docente está ajeno a lo que una verdadera investigación implica. Esto se ve reflejado en las encuestas realizadas, en éstas se percibe una reacción negativa al respecto por parte de los docentes.
Los programas que nos forman como educadores reclaman procesos de investigación acción para transformar la práctica educativa. Éstos programas instan al futuro educador a formarse con una doble tarea: investigar y educar, pero esta tarea no es sencilla ya que el docente carece de tiempo y presupuesto para la realización de ambas, y al tratar de llevarlas a cabo, descuida una y el resultado es mediocre.
Por lo tanto, no estoy de acuerdo con que el investigador debe hacer docencia ya que la docencia, al basarse en sus trabajos de investigación crea una relación distinta con el conocimiento. Ortega F. señala al respecto: “el alumno que trabaja con un docente que a su vez retoma sus propios trabajos de investigación, que transmite interrogantes, que transmite respuestas que no son las vías mecánicas que - en particular los manuales en Argentina - aplastan definitivamente todo interés por el conocimiento”… “Y esto se da día a día en el aula: no es posible transmitir un interés por el conocimiento cuando el docente se mueve en una visión simplificada que es el manual”.
Además pienso que investigación y práctica docente son prácticas diferentes más allá de que ambas están centradas en el conocimiento. Como dice Achilli “las prácticas docente y de investigación remiten a oficios diferentes por las características particulares que asuma ese trabajo con el conocimiento”… “los objetivos y la lógica que orientan una u otro quehacer son diferentes”.
Lo que hace la investigación es realizar un relevamiento de lo que ya se conoce sobre un tema a fin de construir un problema a investigar. En cambio la práctica docente supone seleccionar, recortar aquellos conocimientos que serán re-creados en el aula, incluyendo la construcción de las estrategias didácticas que posibiliten apropiaciones significativas y relacionales de los conocimientos.
Creo conveniente aclarar que no me parece posible que el docente enseñe e investigue a la vez por las mismas razones que mencioné anteriormente pero creo en la necesidad de realizar investigación acción en la escuela. Desde mi punto de vista, lo más conveniente sería que un equipo de docentes investigadores se dedique únicamente a ella mientras que otro se dedique exclusivamente a enseñar. Es decir, por una parte, contar con docentes pura y exclusivamente para educar y por otra parte, contar con un equipo de docentes limitados a la investigación.
Sin querer generalizar demasiado, se considera que todos los maestros hacen investigación participativa cada vez que expresan: _ “Voy a probar ahora X método”; _ “¿Me funcionará si lo hago de esta forma?”; _ “Creo que con estos niños haré esto, a ver qué pasa”; éstas y muchas otras frases pasan por las mentes de los maestros y en muchas ocasiones las llegan a formular verbalmente, buscando apoyo, ayuda o comentarios que reafirmen sus hipótesis, justificando su futura labor, sin imaginar que están haciendo investigación participativa.
Estos pequeños ensayos de investigación se van sumando hasta convertirse en la experiencia que le da al docente la seguridad de continuar su labor, es ahí donde la teoría y la práctica se integran en una sola, porque cada uno de nosotros elaboramos nuestras propias teorías en torno al proceso enseñanza-aprendizaje, que se fue conformando en la misma práctica docente.
El hecho de que el docente y el investigador posean las mismas cualidades (curiosidad, creatividad e imaginación),que el docente experimente a investigar, me lleva a creer que debe seguir haciéndolo, pero con el compromiso de utilizar formas más sistemáticas y metódicas, registrando observaciones, anotando las experiencias, las hipótesis que nazcan, evaluando los resultados del análisis de su propia práctica; y sobre todo, haciendo consciente toda esta secuencia de actos que se han venido realizando sin valorar su actuación. Ahora bien, un gran obstáculo que hay que salvar es el de la formación académica, no es fácil de la noche a la mañana, hacer del docente un gran investigador, no porque no posea las cualidades necesarias, o porque sus experimentos dejen de ser valiosos para la práctica docente, sino porque el método, la formación, el enfoque no son los adecuados para que haya trascendencia en sus investigaciones; debe haber sistematización y lógica en las actuaciones del docente, así como una continua evaluación del proceso, que, puntualicemos, debe ser permanente; comprometernos realmente con la ciencia social y no olvidar fácilmente el por qué comenzamos haciendo determinada actividad.
Para concluir debo decir que investigación y formación docente no son tareas muy compatibles, es algo difícil de realizar, ya que el trabajo docente en sus jornadas cotidianas es arduo, considero que debe ser reconocida la labor desempeñada, porque además de impartir su cátedra, desarrolla otras funciones fuera de su competencia profesional, como son las administrativas, comerciales, de apoyo psicológico, trabajo social, de prefectura, etc.
ALUMNA: JOHANNA ALEXANDRA MARTINEZ- 2º PRof. Inglés.

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